lunes, 12 de mayo de 2014

¿El fútbol lo vale?

José Rodríguez


Supongo que si pasas gran parte de tu fin de semana relacionado con un deporte en particular eres un un gran aficionado de aquello. Si entre tus programas favoritos están sus eventos especiales transmitidos por televisión, o si en los momentos de relax lo practicas, sea en persona o en juegos de video y admiras incomensurablemente a quienes lo hacen profesionalmente, eres en serio un fanático.

Eso es para mí el fútbol, desde que era un niño pequeño lo vivo, me ha acompañado en muchas ocasiones y tengo mis futbolistas ídolos. Además he aprendido lo que es la pasión gracias a lo que ha significado para mí ser hincha de uno de los mejores equipos de América, la Liga Deportiva Universitaria.


Primero en el Olímpico Atahualpa y desde hace 17 años en Ponciano, he aprendido a disfrutar del juego, me he llenado la garganta de gol y los ojos de lágrimas en más de una ocasión. Vi a mi equipo descender a la B y pocos años después consagrarse como el mejor equipo de todo el continente. Varios de los momentos más representativos de mi vida sucedieron cuando llevaba una camiseta blanca con una U en el pecho.

La alegría más grande que me ha dado el fútbol

Aquello me enseñó que a veces es necesario dejarlo todo por cumplir un sueño, que el amor que nunca cambias es el que sientes por tu equipo de fútbol, que en la vida se reproducen muchas situaciones que ves en una cancha y que haber pasado por la general de un estadio te puede enseñar a enfrentar cierto tipo de problemas cotidianos. Lo más lindo de estar en una barra es aprender valores como la amistad, la solidaridad y la lealtad, y gracias a Liga aprendí eso y más.

Pero más allá de estas últimas líneas de ensalzamiento de mi equipo preferido, quisiera centrarme en el momento cumbre de todo el juego: la Copa del Mundo de la FIFA, que este año se llevará a cabo en el económica y socialmente emergente Brasil.

Hablemos un poco del gigante sudamericano, del país amazónico gobernado por Dilma Rousseff, aquel que se ha convertido en uno de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), es decir, una de las potencias económicas con mayor proyección internacional y que tiene en sus costas atlánticas una de las mayores reservas hidrocarburíferas off-shore de todo el mundo.

"Nossa economia esta bem"
Se podría decir que sería maravilloso vivir allí y que después dada aquella bonanza económica estaríamos hablando de uno de los sitios ideales en todo el planeta para albergar la Copa Mundial y los Juegos Olímpicos, que en 2016 se llevarán a cabo en Río de Janeiro.

El país de las grandes metrópolis y los recursos naturales prácticamente inagotables es también uno de los que registra la más alta brecha socioeconómica, es decir, la diferencia en el modus vivendi entre los sectores más ricos y más pobres es altísima. Los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres, repitiendo así una de los mayores problemas de toda Latinoamérica, la inequidad.

Las familias más desposeídas son hacinadas en las llamadas favelas mientras que las revistas de turismo exhiben solamente la parte bonita de las ciudades, Río de Janeiro es aparentemente un Guayaquil más grande dada aquella situación. 

Dilma: "Aqui nós esconder os pobres"
Según datos del propio Gobierno de Rousseff son cerca de 50 millones las personas que viven en la pobreza, es decir, aproximadamente cuatro veces la población del Ecuador. En 2013, la renta familiar del 20% de la población poseyó el 57,7% del total de la riqueza nacional y el coeficiente de Gini, indicador que va de cero a uno y que aumenta según lo hace la desigualdad es de 0,55, cuando el ecuatoriano es de 0,47 y el de países como los nórdicos es de 0,33. Aunque la diferencia parezca pequeña es muy alta.

Además deberíamos mirar un poco a la historia, cuando en 2004 Grecia organizó los Juegos Olímpicos y su gobierno de entonces realizó altísimas inversiones, 10 años después vemos a la economía helénica devastada y al presidente subastando su país al mejor postor. Las consecuencias en el emergente Brasil podrían ser terribles, considerando que la inversión para la Copa supera los 15.000 millones de dólares, cifra que se aproxima al 40% de la totalidad del presupuesto general del Estado ecuatoriano para todo 2014.

Esto quedó de un escenario que hace 10 años perteneció a la élite olímpica
Y los efectos no vienen a futuro como en el caso griego, ya se están sintiendo en el gigante sudamericano. Además del hacinamiento en favelas, los mendigos están siendo “reubicados” en las zonas no visibles para los turistas, los animales callejeros están siendo capturados y sacrificados y para colmo la presidenta Rousseff decretó una reducción de horas de trabajo para la población a fin de que la gente mire los partidos.

Si bien se esperan altas ganancias para el país anfitrión, las cifras resultan irrisorias si se comparan con la inversión realizada, hace cuatro años Sudáfrica (otro BRICS) no ganó más de 1.000 millones de dólares, cifra que se podría superar en Brasil, pero considerando que la inversión en la nación africana no superó los 8.000 millones, la cifra resultaría insignificante.

Además de aquello está la veintena de obreros que hasta la fecha han resultado heridos o muertos en la construcción de los estadios. No quisiera decir que la Copa le quedó grande a Brasil, pero va pareciendo que sí, que quizá Latinoamérica no está lista para recibir a un evento de tal magnitud.

El tema es tan delicado en Brasil que las protestas por el exagerado monto de dinero público en la construcción de escenarios (a un mes de la apertura algunos están inconclusos), la infraestructura de transporte (aún hay aeropuertos a medio construir y otros que definitivamente solo quedaron en planos), los fan fests (ciertas ciudades no cuentan con los fondos suficientes para organizarlos por lo que deberán pedir créditos al gobierno central) y el consiguiente aumento en los precios de los servicios e impuestos (en 2013 se intentó subir los precios del transporte público).

Además hay jugadores ex campeones mundiales como el recientemente retirado Rivaldo y el actualmente diputado del Partido Socialista Romário, quienes ya se han mostrado en contra de la organización de la Copa. El otro lado es representado por el eterno amigo de los billetes verdes Pelé y el ahora empresario y jugador de poker Ronaldo.

"Eu sou capaz de vender o meu pais pra ganhar dinheiro"
La verdad es que disfrutaré del Mundial porque amo el fútbol, espero cuatro años para verlo nuevamente, pero creo que este año será diferente, la Copa de 2014 será la de las desigualdades socioeconómicas, la de las protestas y seguramente de la represión policial, como ya ocurrió en la Copa de las Confederaciones realizada en el propio Brasil. Y ahora quieren organizar también el Mundial de Clubes y la Copa América… no sé qué irá a pasar con el querido país verde amarelho.

Que el balón empiece a rodar y nosotros a cantar los goles, pero tratemos de no olvidar que junto a eso hay un pueblo que sufrirá las consecuencias más difíciles gracias a tener en su casa a la fiesta ecuménica.

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