miércoles, 25 de junio de 2014

Del por qué no soy hincha de la selección

Por: José Rodríguez - @osoldu

El equipo ecuatoriano ha perdido aquel espíritu de representación que ayudó a un pueblo a levantarse de la peor de sus crisis contemporáneas y ahora, convertido en la selección de la FEF, los Luchito's boys se enfocan solamente en salvaguardar sus intereses económicos.



Todo niño ecuatoriano criado por sus padres en coordinación con una importante dosis de televisión sueña con ir a Disneylandia, por lo tanto son muchas las progenitoras que escuchan constantemente la frase “mami, mami llévame a Disney” con varias repeticiones durante el día. Yo, en los 90, era uno de aquellos niños y la respuesta de mi madre siempre era “sí mijito, cuando Ecuador clasifique al Mundial”.

Es que se veía tan lejano aquel momento, la gente pensaba que era algo imposible y que jamás pasaría, o sea la Tri en un Mundial era una cosa impensable. Así fue que la clasificación se convirtió en el recurso de escape preferido de cualquier persona quien recibía un pedido no acorde a su beneficio o situación personal.

Esta situación se veía reflejada en la apatía que la selección generaba en la gente, pues casi nadie le daba importancia a un partido de eliminatorias mundialistas en el que estaba involucrada la Tri. Recuerdo que cuando era un adolescente fui a un partido que jugó contra el Paraguay del gran arquero Chilavert, el ‘colorado’ Gamarra y el ‘chiqui’ Arce en el Olímpico Atahualpa frente a no más de 10.000 personas.

Pero mientras aquello ocurría, los equipos de fútbol locales crecían en popularidad. Por ejemplo, Liga Deportiva Universitaria inauguraba su estadio convirtiéndose en el equipo más querido de Quito y gran parte de la Sierra, y Barcelona ya era considerado como el ídolo de Guayaquil. Los niños jugábamos con las tarjetas Upper Deck del campeonato nacional y de la Copa de USA 1994, soñando con ver a nuestros jugadores en las cartas de 1998.

Si usted coleccionaba estas tarjetas, tuvo una infancia de puta madre!

Sin embargo, llegó a la Tri en 1999 un director técnico colombiano llamado Hernán Darío Gómez, conocido como ‘Bolillo’ y fue el artífice de un cambio muy importante en la historia del fútbol ecuatoriano, pues gracias a su gestión y a una destacada generación de jugadores, pasó lo imposible, lo impensado, lo que nadie esperó que pasaría: Ecuador clasificó a la Copa del Mundo de Corea y Japón 2002.

Estamos hablando de un país devastado socioeconómicamente, pues venía tratando de levantarse de la recesión financiera generada por el feriado bancario, la dolarización de la economía, las migraciones masivas a España y Estados Unidos, las crisis políticas derivadas de los nefastos gobiernos de Sixto Durán Ballén, Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón y Jamil Mahuad. Pero aquellos jugadores y el ‘Bolillo’ le dieron una motivación adicional a un Ecuador que empezaba a mirar que hay una esperanza, pues fueron un ejemplo de superación.

Nadie apostaba un centavo por Ulises de la Cruz, Agustín Delgado, José Francisco Cevallos, Alex Aguinaga, Edison Méndez, etc., pero se convirtieron en la segunda selección sudamericana por encima de la campeona mundial y todopoderosa Brasil de Ronaldo, Ronaldinho, Rivaldo, Cafú y Roberto Carlos.

"Acuérdese mijo de cuando bailaba 'el Escamoso' y se achicaron
Rivaldo, Ronaldo y compañía" (léase con acento paise)
Un ejemplo a destacar porque en varios aspectos se miró una reivindicación del ser ecuatoriano, creo que ni ‘Bolillo’ Gómez ni los jugadores entienden hasta ahora el alcance de lo que lograron, pues en realidad le dieron una inyección anímica inconmensurable a un herido país que necesitaba ser querido por sus habitantes para poder sacarlo adelante.

Después llegó Luis Fernando Suárez y los éxitos continuaron con la clasificación a Alemania 2006 y la llegada a octavos de final con jugadores como un joven Antonio Valencia, Neicer Reasco, Edison Méndez en su mejor momento, Carlos Tenorio y un experimentado Agustín Delgado; varios de ellos conocerían la gloria dos años después cuando Liga Deportiva Universitaria ganó la Copa Libertadores, en el que fue el mayor logro de la historia del fútbol ecuatoriano.

Aquello se reflejó también en la gente, pues empezaron a aparecer miles de hinchas de la selección, que apoyaban a la Tri además de a sus equipos preferidos del torneo local y quienes no querían a la Liga ni al Barcelona ni a ninguno de las escuadras ecuatorianas se hacían llamar así; un fenómeno que no conocía precedentes en el país, pues para lo único que había unión nacional entonces era para derrocar a los presidentes que pocos meses antes habíamos elegido.

Varios de ellos conocieron la gloria en Alemania 2006 

Personalmente, celebré ambos logros mundialistas, salí a ver los partidos con amigos y me emborraché con un sentimiento patriótico sin igual, pero me di cuenta que estaba empezando a formar parte de una mayoría que me hacía sentir incómodo. Es que era aquella mayoría a la que siempre critiqué y, aunque no niego que a veces formo parte del montón, me pareció una especie de novelería.

Debo admitirlo, no soy hincha de la Tri. El espíritu del equipo del Bolillo Gómez está prácticamente extinto, la selección ecuatoriana dejó de lado la garra que levantó la identidad de un pueblo y motivó el afán de superación nacional murió y en su lugar está un grupo de superstars que con honrosas excepciones tiene un juego aburguesado y cómodo.

¿Así somos los ecuatorianos? Pues no, culturalmente somos como aquella selección del periodo comprendido entre 1999 y 2002. Somos un pueblo que sabe levantarse de las crisis, que pone todo el corazón y la fuerza necesaria para cumplir con sus sueños, somos transparentes y auténticos. Por lo tanto, debo reconocer que me sentí representado por el seleccionado nacional hace más de diez años.

Pocos días antes de escribir estas líneas se jugó el partido entre Ecuador y Honduras por el Mundial 2014, me resultó extraño ver a gente cercana a mí como muchos amigos, gente guerrera que ha peleado y ganado muchas batallas para estar donde está, apoyando fervientemente a un grupo de jugadores aburguesados y sintiéndose representados por ellos. 

Es momento de recordar entonces que la selección no es más que un equipo de fútbol cualquiera, no representa a los ecuatorianos. Son 23 tipos que persiguen su gloria personal e individual y el afán de ampliar en varios millones de dólares la engordada cuenta bancaria que ya tienen.

¿Y el país? Ni siquiera les interesa. Basta con ver a un Antonio Valencia caminando por la cancha con una apatía que indica que no le importa la selección, y es el capitán y referente, convocado por aquellas grandes campañas en el Manchester United donde es una saeta imparable por la franja derecha que ha hecho decenas de asistencias a los Wayne Rooney, Robin van Persie, etc. Pero si el líder del equipo no tiene alma, qué podemos pedirles a los demás jugadores.

Wayne: "Antonio congratulations, your Ecuador is a beautiful country".
Antonio: "Ecuador? What is it?

Sin embargo, debo reconocer que no todo es crítica, pues hay dos jugadores que a excepción de los 20 restantes se nota que sienten la camiseta y juegan con corazón: Jefferson Montero y la nueva estrella del equipo Enner Valencia.

Además hay otra figura negativa que definitivamente me aleja de la selección, y es que se trata del equipo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), no del país; es el equipo de Luis Chiriboga, no de los ecuatorianos. El hecho de que el sobrino del presidente de este organismo sea el mánager de seleccionados como Carlos Gruezo, la ‘Yoya’ Ayoví y Luis Saritama, da para pensar en una mafia; sin embargo, como dijo Maradona “la pelota no se mancha”, pero el equipo sí.

Hay además otras actividades mafiosas de Chiriboga como el Canal del Fútbol, la reducción de los montos en la distribución del dinero enviado por la FIFA para los clubes ecuatorianos, las "maletas viajeras" a los mundiales para ganar votos de los clubes pequeños, carentes de escrúpulos, honestidad y recursos económicos. Será por eso que los equipos con más éxitos deportivos e hinchada del país rechazan y cuestionan continuamente las políticas de este nefasto personaje, para quien Liga Deportiva Universitaria (cuatro títulos internacionales) y Barcelona (equipo más popular cuantitativamente hablando) tienen el mismo peso en votos que equipos que no ganan ni un bingo y se encuentran constantemente en la serie B y en la segunda categoría.

Lo peor de todo es que no existe en la legislación nacional un organismo o ley que permita realizar una auditoría a Chiriboga y a la FEF; y la llamada a hacerlo, la FIFA, tiene también "rabo de paja" y por eso se abstiene de hacerlo. Claro, entre bomberos no vale pisarse las mangueras. 

"Seré presidente de la FEF el mismo tiempo que el Rrrrafa de
la Rrrrepública jejeje"

Pero muchos me dirán, “vos es que eres hincha de la Liga y la Liga no es que quede campeón todos los años, es más, ojalá este año no descienda de nuevo a la B”, y es verdad. Pero, el amor a tu equipo es algo con lo que naces, creces y mueres, creo que es incomparable lo que sientes por tu club y lo que podrías llegar a sentir por tu selección, pues resulta una pasión inexplicable, por la que no te importa quebrar tu voz y quedarte sin garganta.

Tal vez espere inconscientemente que la selección de la FEF tenga una buena participación en el Mundial para poder salir y emborracharme con mis amigos, pero es más por eso que por el resultado deportivo, por la búsqueda de mi placer alcohólico personal.


Finalmente espero un mejor futuro para la selección, que sea mejor que el presente, que la esencia que la convirtió en un equipo representativo en el Mundial de Corea y Japón renazca, que el aburguesamiento y la mafia se alejen de ella y que los jugadores sientan que llevan la camiseta de los 15 millones de habitantes de un país, no la de sus billeteras.


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