lunes, 21 de abril de 2014

Youthanasia, mi amigo disco

Por: José Rodríguez


No hay nada más emocionante para mí que el momento previo al concierto de una de mis bandas preferidas, supongo que a muchos les pasa aquella tensión y nerviosismo de saber que en un poquito más de 24 horas disfrutarán de la música que aman.

Viene uno de los referentes del metal, aquel músico incomprendido que fue expulsado del lugar en donde quiso estar toda su vida y decidió crear un mejor espacio para dar rienda suelta a su creatividad, para poder decir lo que no le dejaron decir y hacer lo que no le fue permitido.


Resulta una historia muy familiar aparentemente, pero como a muchos de nosotros aquello le pasó al frontman de Megadeth, Dave Mustaine, a quien en adelante nombraré como el Colo (por colorado, pelirrojo), más por el cariño que le tengo a alguien quien estuvo conmigo en varios de los más duros momentos de mi vida, aunque ni siquiera tenga idea de quién soy.

El Colo

Es que es eso justamente lo que hace la música, por eso es pura magia, porque es creada por gente como uno, personas con las que te identificas y que dicen al mundo cosas que quizá viviste y te permiten abrirte, te dan la oportunidad de decir “pasé por eso y salí bien”.

Aquello pasó con el Colo y Megadeth, especialmente uno de sus discos, Youthanasia, álbum que marcó mi vida e influyó en la formación de ciertos rasgos de mi personalidad, historia que trataré de resumir en estas líneas.


A pesar de que mi familia materna más cercana siempre estuvo ligada a una ideología de izquierda, encontré varias paradojas desde el punto de vista espiritual y religioso en contraposición con las prácticas que llevaban a cabo. Por ejemplo, mi madre desde muy pequeño me enseñó valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad, sin embargo, es una mujer muy creyente que deposita semanalmente dinero en las arcas de una iglesia católica, aquella capitalista compañía global que profesa la intolerancia hacia quienes piensan diferente y trata de convencerte de unirte a sus ideas. Lo mismo ocurre con mi padre, aunque su formación no estuvo tan ligada al pensamiento progresista, más bien todo lo contrario.

En ese contexto familiar crecí con una curiosidad que siempre me llevó a investigar y a buscar las explicaciones que deben tener las cosas, lo que sumado a la represión que sufrí en mi educación primaria en una escuela de curas y militares (así es, existen cosas así aunque resulte difícil de creer), crearon en mí una afición por la música rock, aquella que era prohibida por los padres, pues “invocaba al maligno”.

"Qué me voy a asomar cuando oyen metal, si a mi me gusta el reguetton!"

Mis padres no fueron la excepción y miraron con mucho miedo cómo su primogénito varón se alejaba del rebaño y empezaba a encerrarse (por una norma de respeto) en su habitación para escuchar aquellos “estruendosos sonidos”.

En aquel momento poco me importaba su opinión y llegó a mis manos el cassette del Youthanasia, al convertirse en uno de mis trabajos preferidos y de aquellos que repetía al menos una vez al día, se convirtió en uno de los blancos de mi padre. La colección se completó cuando heredé una camiseta promocional de aquel disco por parte de uno de mis primos mayores, entonces ambos, cassette y camiseta desaparecieron.

Vea esa belleza

No sé si sea una de las misiones de los padres molestar a sus hijos adolescentes cuando más felices los ven o simplemente por aquel afán de moldearlos a su imagen y semejanza no pueden medir las consecuencias de sus acciones, pero aquel represivo acto concluyó en un fuerte rechazo de mi parte hacia todo lo que mis padres decían.

Explotó la rebeldía contenida, y fue sin duda en aquel momento cuando Youthanasia (obvio, me lo compré en CD y lo tengo hasta la fecha en mi colección)  se convirtió en mi soundtrack, y la razón de aquello no fue fastidiar a mis padres, sino seguir por el camino del metal. Quería nutrirme de más y más música, de más razones para poder rebelarme y ser ese joven que no se dejaba de nadie.

La ecuación era sencilla, si no me entendían tenía que hacerme entender, a las buenas o a las malas. No sé si cumplí aquel objetivo, pero el Colo y Megadeth estuvieron allí cuando los necesité, cuando enfrenté la discriminación, represión y el rechazo en mi propio hogar sabía que podía encerrarme con mis audífonos y sacudir mi mente con Youthanasia.

Uno de los temas de este álbum, Family Tree, expresaba exactamente lo que sentía en aquel momento, en complemento con la portada (graficaba a una mujer de edad colgando en un tendedero de ropa a bebés) no podían reflejar de mejor manera lo que pasaba en mi mente en aquel momento.


Lea la letra e interprete, no sea vago:

Forgotten things remembered
the tigers eat their young
the body stayed but inside the head
the mind was on the run
a conspiracy of silence
the only way out of pain
is turn around, run through it man
too wet to come in from the rain,
tell them...
I know they were doing it to you
but don't try doing it to me
Let me show you, how i love you
it's our secret, you and me
but keep it in the family tree
the secret of the family tree
When you hear them saying "trust me"
don't wait to see what's next
thrown to the wolves
forever trusting
raised in a form of living hell
sing a one note song of rage
live and die within your heart
so beware in the shadows
Your family tree waits in the dark
i say...

Mi identificación con este disco es tal que en mis planes al corto plazo está tatuarme en mi antebrazo derecho a uno de los bebés de la portada, aquel será mi primer tatuaje y será un homenaje y agradecimiento al Colo, a Megadeth y a la música en sí por haber estado ahí para mí, por ser quienes son aunque no sepan siquiera que existo.


El próximo octubre Youthanasia cumple 20 años de haber visto la luz. En aquel mes está la fecha límite para tatuarme, pues quiero retribuirles lo que me han dado dejando en mi piel marcado el hecho de que un disco puede cambiarte la vida y que una persona puede ser o dejar de ser cuando un poco de metal entra en su vida y está dispuesto a recibirlo.

En 24 horas saldrá Megadeth a un escenario quiteño, en el que será uno de los conciertos más emotivos y especiales para mí, por lo que significa la banda, por la influencia, porque ser fan de un grupo no es solamente escuchar su música, es saber vivirla como parte de ti.

A continuación un adelantito de lo que se viene, es el video del vigésimo aniversario del Countdown to extintion. Mañana veremos algo parecido en la Casa de la Cultura.


Y porque me caen bien, clic aquí para descargar el Youthanasia.

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